Los viajes sirven para cambiar el agua de la pecera.
Julio Cortázar

miércoles, 23 de marzo de 2011

Goteborg (Marzo de 2011)

La otra punta de Europa está lejos. Y más si viajas en low-cost. Goteborg, que por si no lo sabes está en Suecia, está bien bonito. Curiosa y ordenada ciudad de gentes perfectamente civilizadas. No durmimos en la misma ciudad, sino que la visita también nos llevó al pintoresco pueblo de Kungälv, donde vivía la susodicha. Porque recuerdo que este viaje no tenía motivos futbolísticos, cosa destacable. Turisteo y comida, erróneamente llamada, basura. Bueno a lo que tenemos que ir.
Goteborg es todo lo que te imaginas. Organizada y cultural. Con descuentos para estudiante y ni un grito. El frío hace que tampoco haya mendigos ni pobres a simple vista. Los autobuses y trenes a su hora y moneda propia con el fin de rayarte y darte en las orejonas. Todo con una sonrisa nórdica en la cara. Lo de hacerse el sueco es una forma de vida allí y hacen gala de ese encantador carácter. Volvamos. Gotemburgo es boscosa y cara alcohólicamente hablando. Impuestosa con los vicios y permisiva con los atuendos. Variopinta y de relucientes pieles a la vez. Multicultural y alta-rubia cumpliendo con lo esperado. Educada y rebelde de apariencias. Allí el punki te sonríe y te deja pasar en el tranvía que recorre, aunque no corre mucho, la ciudad magníficamente conectada. Por supuesto, ni una moto. Bicis, las que tu quieras y desprotegidas de candaos o pitones de los que gustan en las peleas de barrio de aquí. Lumas 0. El respeto y la honradez allí si se estila y el robo no cabe dentro de sus posibilidades. Hablemos de la diversión, ¿vale?
No saben. O eso parece. Quizás el prohibitivo precio del alcohol no les ayude a lo que aquí se conoce como un morao o una buena papa, lo cual ayuda a amenizar una noche. Allí el frío les obliga a ir a las casas y resguardarse. No hay discos serias y la noche se acaba a las 4. Por supuesto, se puede entrar con zapatos blancos y camiseta. Y aquí ningún portero estaba en la PREU y no conoces a ningún deejay. Un desastre nocturnamente hablando si nos referimos a la ciudad. En cuanto a la burbuja donde vivíamos, pues sexo (o eso nos contaron), cerveza con cereza (estaba buena) y guitarras flamencas intentando arrancar algo de rock a medianoche (no tocan del todo mal, pero no sabían tocar Estopa ni Melendi). Pues yo creo que ya está. Cuidado con el vuelo que a mi me ha costado una semanita de termómetros y mantas eléctricas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario