Estuve en San Sebastián. La fría San Sebastián en este febrero siberiano. Este hecho condicionó casi todo. Demasiado frío para dorar la píldora a una ciudad demasiado ajena. En su favor diré que es limpia y ordenada. Gentes nobles las que me encontré. Bueno, los gruístas no mucho ;). No sé si volveré, pero tardaré un tiempo en ver de nuevo los bellos montes coronados por cristos o parques atraccionados. Quizás el paseo marítimo más frío de la nación de la que allí reniegan algunos. Pero las cosas son así para bien o para mal y allí me llevó el viento rojiblanco que me empuja a recorrer los lares mundanos en busca de recuerdos. En este caso, me vuelvo con el aire puro vasco y la apariencia británica de su catedral. Me traigo a mi casa un buen recuerdo del paisaje y paisanaje vasco sin casi concesiones. Agur.
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