Los viajes sirven para cambiar el agua de la pecera.
Julio Cortázar

lunes, 13 de mayo de 2013

Grecia y Turquía (Mayo 2013)


Una semana por el Mediterráneo junto a tus compañeros de universidad es complicado que salga mal. Pero tampoco era fácil que saliera perfecto, que es como me atrevo a decir que salió. Contaré ciudad a ciudad. Puerto a puerto.

Atenas: Salida y llegada del crucero. Magnífico puerto entre lo que parece una capital vacía. Poca gente y poco movimiento. En la imponente Acrópolis aún menos. Atenas es bonita comparada con casi cualquier ciudad y horrible comparada con lo que podría ser. Lo que un día fue la capital de muchas cosas, ahora es la vergüenza de muchas otras. Aún así, recomendable y volveré.

Santorini: La joya de la corona. El paraíso de la foto de arriba existe y yo lo he visto. Incluso de bonito y cuidado es irreal. Hasta los perros saben amoldarse al paisaje de la isla. Las coquetas y famosas cúpulas azules son aún más coquetas y más bonitas cuando las acaricias. Aquí si que hay que volver e intentar no irse en un tiempo. Un paraíso a ratos artificial donde nada distorsiona las fotos postalísticas.

Marmaris: Un lugar extraño. Mitad puerto deportivo, mitad ciudad ambulante. Tiene un mercado de baratijas y falsificaciones dinámico. Los vendedores se trenzan con las luces de sus negocios y te asedian. Darse un paseo por el muelle es volver a la realidad tras la maravillosa Santorini. Es el contraste. Se nota que has entrado en Turquía. Poco a poco lo musulmán se mezcla con lo cateto para dar lugar a un lugar que no puedo destacar por nada.

Izmir: Izmir teóricamente debía ser Éfeso, pero el corazón no pudo a la cabeza y me levanté tarde. No alcancé a mis compañeros de viaje y me aventuré solo a la caminata por los alrededores del puerto. Me ofrecieron colonias y botines tantas veces que incluso les ayudé a los vendedores a ganar dinero con una desaprensiva familia francesa. Izmir y Marmaris son primas hermanas en casi todo. Viven a la sombra de la lugares históricos como Rodas y Éfeso, respectivamente. Son la puerta a otros siglos y lo saben. Intentan aprovecharlo como pueden. Mi ánimo a sus habitantes.

Estambul: Impresionante. Hago un silencio e intento sintetizar aquella tremenda ciudad. Tremenda capital. La ciudad donde caben todos y todo. Musulmanes lavándose los pies y católicos que miran recelosos los puestos de alfombras. También rascacielos y un puente a otro continente. Estambul es europea y asiática de una calle a otra. Los límites son imperceptibles. Su Gran Bazar merece la categoría de gran. Muchas puertas y una única salida: comprar. Derrochar miradas. A Estambul hay que ir. No digo más.

Mykonos: Es un intento de Santorini y un guiño a lo frívolo. Mykonos gusta. Sus suelos blancos y sus playas abarrotadas tienen fama y merecida. Hay que decir que la ciudad no es muy bonita y las playas tiene piedras. Pero gusta. Sigue habiendo sol y buenas vistas.

Quizá haya sido el mejor viaje de lo que llevo de vida. Quizá no. Quizá vuelva a repetir exactamente el crucero pullmanturiano. Ojalá todo. Me gustaría repetir para comprobar que todo sigue intacto y que no fue un sueño soñar junto templos y playas.

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